Mi hijo no me hace caso

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¿Qué hacer cuándo mi hijo no me hace caso?

A medida que los niños van creciendo, van siendo capaces de hacer más cosas por sí solos, van descubriendo nuevas formas de relacionarse con su entorno, comienzan una búsqueda por una mayor autonomía, por tomar el control de las situaciones, etc.

Es en este punto donde tu trabajo como padre o madre consiste en proteger y dar seguridad a tus hijos, conectar emocionalmente con ellos para que se sientan valiosos y ayudarles a entender qué cosas pueden hacer y qué cosas no.

Necesitan aprender qué es aquello que pueden controlar y qué no, sobre qué cosas sí pueden decidir y sobre cuáles no, y ese trabajo es necesario que lo hagas mediante el establecimiento de límites y de normas en casa. Y es que esos límites son precisamente los que harán que el niño se sienta seguro y protegido porque sabrá con quién puede contar para que le guíe en su aprendizaje y desarrollo.

IMPORTANCIA Y NECESIDAD DE ESTABLECER LÍMITES Y NORMAS

Los límites le comunican al niño hasta dónde puede llegar, mientras que la norma es la forma en la se traducen esos límites en el día a día. Todos los niños necesitan comprender las normas que hay en cada uno de los contextos en los que se desenvuelven, ya que esto les permitirá tener una orientación que guíe su conducta.

Los límites le ayudan a entender las situaciones y cómo enfrentarse a ellas. Cuando hay una ausencia de límites, cuando éstos no están claros o cambian constantemente, el niño puede no saber cómo comportarse o si la conducta que presenta es adecuada o no.

Además, es necesario que conozca qué consecuencias tiene el incumplimiento de una norma.

Los límites son importantes, pero a veces no sabemos cómo aplicarlos bien porque nos pone nerviosos enfrentarnos a nuestros hijos, porque nos preocupa entrar en conflicto con ellos o porque después podemos tener sentimientos de culpa. No obstante, es nuestra responsabilidad como padres enseñarles y decirles con cariño qué pueden hacer y qué no, para que aprendan las normas sociales y a respetarse tanto a ellos mismos como a los demás.

MI HIJO NO ME HACE CASO: CÓMO PONER LÍMITES CON SEGURIDAD Y CARIÑO

  1. Poner límites pronto para no dar oportunidad a que en el cerebro del niño se creen conexiones y se generen aprendizajes que no son positivos para su desarrollo. Decirle “no” la primera vez que haga aquello que no queremos, y no esperar a la segunda o tercera vez.
  2. Si es posible, es mejor poner el límite antes de que ocurra la conducta que no queremos, trabajando así la anticipación (cómo espero que se comporte en un contexto determinado). Si vemos que va a hacer algo que puede ser peligroso para él, que puede hacer daño a los demás o puede realizar una conducta disruptiva, le expresamos antes de que lo haga cómo debe comportarse: antes de ir a la playa le avisamos de que debe esperar a tener los manguitos antes de meterse en el agua o antes de ir a la biblioteca se le anticipa que debe hablar bajito para no molestar a los demás.
  3. Poner límites siempre que aparezca la conducta no deseada. Ser inconsistente en los límites y ponerlos solo en algunas ocasiones, puede hacer que las conductas no deseadas, tomen fuerza.
  4. Ser consistentes. Es necesario que haya consenso y que todos los cuidadores apliquen el mismo límite, ya que si no los niños piensan que es un límite que se puede romper con facilidad.
  5. Poner los límites con confianza. Si sabes que algo es bueno para tu hijo o algo es negativo para él, díselo con toda la tranquilidad, seguridad y confianza.
  6. No hacer un drama de poner un límite. Poner el límite con serenidad, ya que muchas veces perdemos los nervios o gritamos al poner un límite. Se ha demostrado que el cerebro del niño escucha y aprende mejor en una situación de calma y cuando en vez de estar asustado por los gritos de sus padres, está tranquilo escuchándoles.
  7. Poner el límite sin dudar, no titubees. Muchas veces los niños necesitan ser dirigidos y saber que el capitán del barco está seguro y sabe el rumbo que tiene que seguir el barco.
  8. Poner el límite con todo el cariño del mundo y mostrándole empatía. El niño necesita saber que le entendemos, pero que estamos poniéndole ese límite porque lo queremos y nos preocupamos por él, así que puedes decirle una frase como: “Entiendo que estés enfadado, pero esto no lo puedes hacer cariño”.

No olvides ponerte a su altura y mirarle a los ojos a la hora de comunicarle el límite. Evita estímulos que puedan distraerle (P.ej., televisión, teléfono…) para asegurarte de que te está escuchando. Intenta mantener una actitud clara, segura y firme.

CÓMO PONER NORMAS CUANDO MI HIJO NO ME HACE CASO

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Las normas pueden ser puestas en familia, para que todos los miembros tengan claro qué pueden hacer y qué no. De esta forma, habrá normas implícitas, donde cada vez que alguien haga algo, todos sabrán cómo podemos reparar aquello que hemos hecho mal; y normas explícitas,  que podrán ser establecidas en el momento y de viva voz, como por ejemplo: “A partir de ahora, cuando alguien tire algo al suelo, tendrá que recogerlo, y si no puede hacerlo solo, mamá o papá podrán ayudarle”.

No obstante, no siempre hay que poner las normas en familia como consenso, ya que los padres tenemos la potestad y debemos tomar decisiones en favor de nuestros hijos, ya que nuestra labor es cuidarlos, protegerlos y educarlos.

Es por ello que cuando el niño no es capaz de entender una norma establecida, bien porque es demasiado pequeño o porque la norma es compleja, los padres debemos establecer esa norma, no de forma autoritaria, sino educativa, ayudándoles a aprender cuáles son las normas sociales.

Es por ello que no hay que tener miedo de poner normas que sean positivas y beneficiosas para su desarrollo.

“MI HIJO NO ME HACE CASO”. QUÉ HACER CUANDO TU HIJO NO ACEPTA UNA NORMA

Hay ocasiones en las que los niños están entretenidos, cansados o simplemente prefieren hacer otra cosa de la que le estamos pidiendo. Tenemos que saber que ningún niño obedece todas las veces, y es algo totalmente normal. No debemos desesperarnos y frustrarnos en exceso porque esto no ayudará a solucionar la situación.

No obstante, es muy importante que antes de implantar la norma, nos fijemos en si está ocurriendo algo especial en el niño. A veces ha ocurrido alguna circunstancia que hace que el niño no quiera colaborar o hacer lo que le pedimos, o incluso haber una emoción que no estamos detectando y que hace que el niño se comporte así. Puede que haya ocurrido algo en la escuela, o que esté disgustado contigo por algo que sienta que es injusto, o que simplemente esté cansado. Es por ello muy importante entender bien qué le pasa y cómo le podemos ayudar.

Si simplemente no quiere colaborar porque prefiere seguir con la actividad que estaba haciendo:

  1. Nos mantendremos tranquilos e insistentes. Si no quiere apagar la tele, tendremos que repetir varias veces con una sola instrucción clara y simple, lo que tiene que hacer.
  2. Mostrar actitud firme y convencida. Repetir una y otra vez de manera calmada lo que tiene que hacer.
  3. Podemos ayudarle a hacer lo que le hemos pedido. Podemos acompañarle e iniciar la acción con él.
  4. Utiliza tu paciencia, persistencia, convicción y calma para convencerle de que es importante que haga lo que le estás pidiendo.
  5. Reforzarle cuando nos haga caso.
  6. Aplica consecuencias si es necesario cuando haya un incumplimiento frecuente de la norma. Si deseas más información sobre como aplicar consecuencias, puedes leer nuestra entrada de blog denominada “Castigar a un niño con TDAH, cómo hacerlo”.
  7. Una vez cumplida la norma es importante mantenerla y que se convierta en un hábito. Es importante que progresivamente la realice en diferentes contextos o ambientes.

Sigue estos consejos cuando pienes en la situación de «mi hijo no me hace caso» para gestionarlo adecuadamente.

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