CASTIGAR A UN NIÑO CON TDAH, CÓMO HACERLO

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¿Quieres conocer cómo castigar a un niño con TDAH. Siempre podemos educar en positivo…

En muchas ocasiones, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) hace que los niños presenten mayores dificultades para mantener la atención, que tengan un comportamiento más impulsivo, que muestren mayor hiperactividad, que tengan dificultad para seguir las normas, etc. Es por ello que a menudo, los padres pueden encontrarse con situaciones que le resultan difíciles de gestionar.

Al presentar problemas para prestar atención, los niños con TDAH pueden parecer distraídos o despistados, tener dificultades para concentrarse y seguir instrucciones, necesitan recordatorios para hacer las tareas, así como ayuda para organizarse, etc.

Por otro lado, al mostrar una conducta marcada por la hiperactividad e impulsividad, los niños con TDAH pueden estar moviéndose todo el rato y parecer incapaces de mantenerse quietos, cometer más errores por descuido, no tomarse su tiempo para pensar al hacer las cosas, hacer más ruido mientras juegan, interrumpir mucho a los demás, presentar algunas conductas de riesgo, tener dificultad para esperar, o tener explosiones emocionales con problemas para auto controlarse.

Es posible que los padres no entiendan que estos comportamientos forman parte del TDAH, o que incluso lleguen a pensar que su hijo no se porta bien porque es un mal niño. Esto puede crear estrés y frustración en los padres al verse desbordados, recurriendo en numerosas ocasiones de forma fácil y rápida al castigo.

CASTIGAR A UN NIÑO CON TDAH COMO FORMA “FÁCIL Y RÁPIDA”

Los padres con frecuencia sienten que el único recurso con el que cuentan y el más fácil de imponer es el castigo. De esta forma, el castigo se convierte en algo recurrente y los niños con TDAH pueden llegar a ser regañados o castigados de manera excesiva, muchas veces sin motivo aparente.

Cuando una situación se nos escapa de nuestro control, la falta de recursos para gestionar esa situación de forma adecuada, hace que recurramos a la forma que aparentemente es más rápida y sencilla de utilizar. Además, el castigo parece que no necesita un desgaste intelectual para su uso, da autoridad al que lo utiliza, y a corto plazo o de forma momentánea, da resultados (lo que parece útil en la sociedad en la que vivimos).

No obstante, muy lejos de ser una estrategia eficaz y adecuada para mejorar la conducta de los niños con TDAH, puede hacer que los pequeños terminen por habituarse al castigo, y además éste incida de forma negativa en el comportamiento del niño.

TIPOS DE CASTIGO

Los castigos se aplican para intentar reducir la probabilidad de que ocurra una conducta no deseada, es decir, hacen que un comportamiento no deseado ocurra con menos frecuencia. Podemos encontrarnos con:

Castigo positivo

Ante una conducta que no queremos que se repita, le damos al niño algo que no le gusta. Esto puede hacerse en forma de castigo físico como un azote, tortazo, colleja, coscorrón o tirón de oreja.

Buscan corregir el comportamiento del niño a base de aplicar un dolor físico. También nos encontramos con los gritos. En estas ocasiones superamos el umbral auditivo del niño, lo cual le provoca una sensación de molestia generando un bloqueo al instante. Podemos conseguir que el niño nos preste atención, pero no conseguiremos cambios duraderos en su comportamiento, aprendiendo además a gritar como forma de resolución de conflictos.

Otra forma es castigar de manera verbal, poniendo calificativos negativos al niño: “Eres un desobediente, eres un caprichoso, eres un vago”.

Castigo negativo

Se trata de quitar algo positivo al niño para disminuir la probabilidad de la conducta no deseada. Podemos hacerlo de manera explícita cuando le decimos por ej: “Como no has hecho esto, te castigo sin ver los dibujos”.

Otro es el castigo relacional, donde le retiramos nuestra atención y cariño al niño diciéndole frases como: “Ya no quiero jugar más contigo, déjame tranquilo”. Puede ser tan doloroso a nivel emocional como el castigo físico y experimentar auténtico terror al retirarle nuestro afecto.

Este tipo de castigos puede conseguir modular el comportamiento del niño en un momento dado, pero no vamos a conseguir cambios mantenidos en el tiempo.

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CONSECUENCIAS NEGATIVAS DE CASTIGAR A UN NIÑO CON TDAH

Aumenta comportamientos negativos

Se ha demostrado que los castigos son tan poco eficaces para reducir conductas negativas, como para aumentar comportamientos positivos.

En algunos casos, pueden generar incluso más comportamientos indeseados, ya que si ponemos la atención en lo que el niño hace mal, será más probable que el niño vuelva a repetir estos comportamientos negativos para captar nuestra atención. Esto ocurre sobre todo en niños que pasan poco tiempo con sus padres.

A veces los niños se comportan mal buscando el castigo porque prefieren ser castigados, que ser ignorados.

Generan ansiedad y miedo en el niño, dificultando su desarrollo

Ya sean castigos físicos, verbales, así como la retirada de atención, los castigos hacen que el pequeño se sienta inseguro, asustado e indefenso, tomando peores decisiones y siendo más probable que se comporten mal y los tengamos que volver a regañar, entrando en un círculo vicioso.

Dañan la autoestima, al castigar a un niños con TDAH

Acaban generando una baja autoestima y sentimiento de tristeza y culpa casi permanente en el niño.

Dañan la relación entre padres e hijos

Se genera una relación entre padres e hijos basada en la sumisión, donde los niños no se sentirán valorados, sino amenazados por sus padres. No actuarán desde el respeto o desde la conciencia de la norma, sino desde el miedo a ser castigado.

No enseñan cómo deben comportarse

El castigo tiene su foco en la conducta negativa e implica poner una consecuencia directa a ella, pero no muestra a los niños qué alternativas pueden tener para mejorar su comportamiento y conseguir aquello que desean.

Castigar a un niño con TDAH no le ayuda a gestionar sus emociones y tolerar su frustración, ya que se basan en la imposición de la norma.

Los castigos generan habituación

Debemos tener en cuenta que los niños con TDAH tienen un procesamiento del castigo y de la recompensa diferente a otros niños.

Suelen ser menos sensibles al castigo y tener mayores problemas para regular su propia motivación. Los niños que son continuamente castigados dejan de darle importancia las consecuencias de su conducta, por lo que el castigo no tendrá el efecto de reducir el mal comportamiento.

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ALTERNATIVAS A CASTIGAR A NIÑOS CON TDAH

El castigo es algo impredecible y tiene un carácter punitivo, por lo que aunque el objetivo sea mejorar el comportamiento, el medio a través del cual cumplimos el objetivo, hace daño al pequeño.

  1. Por el contrario, el establecimiento de normas y límites claros en casa, conocidos por todos, hará que el niño con TDAH sepa qué puede hacer y qué no puede hacer. Esto le ayudará a tener claro cómo debe comportarse y sabrá con anticipación qué consecuencia se deriva en el caso de que esa norma no se cumpla. Será establecido por todos y se le explicará el porqué de esa consecuencia, lo cual le ayudará a entender lo ocurrido.
  2. Consecuencias y no castigos. Aplicar consecuencias es diferente a aplicar un castigo. Estas no tienen tanta connotación negativa y eliminan muchos de los aspectos perjudiciales mencionados anteriormente. El niño debe ir aprendiendo que su comportamiento tiene un efecto en los demás y por tanto incumplir una norma tiene una repercusión negativa en su entorno. Por ello, los padres tendrán que aplicar consecuencias naturales y asociadas a la conducta negativa, así como ser adecuadas en intensidad y duración. Por ejemplo, si en una rabieta ha tirado el agua de un vaso o lo ha roto tendrá que limpiarlo y barrer toda la cocina; si ha roto un objeto de otra persona tendrá que pagarlo con sus ahorros o dar algo suyo a esa persona.
  3. Aplicar distintos tipos de refuerzo. Un refuerzo es un estímulo agradable que hace que la probabilidad de que un niño repita un comportamiento aumente.

Refuerzo positivo antes que castigar a niños con TDAH

Le damos al niño algo que le resulte motivador cuando ha mostrado una conducta deseada con la intención de que esta conducta se repita. Pueden ser refuerzos materiales o alimenticios, pero se ha demostrado que éstos son poco eficaces para repetir el comportamiento, siendo en algunos casos contraproducentes.

Esa tarea pierde valor por sí misma, y se convierte solo en un medio para conseguir ese fin, ese premio o recompensa. Cuando ese premio o recompensa no están presentes, el niño deja de mostrar interés por realizar esa actividad.

Por el contrario, un refuerzo de reconocimiento social como una caricia, una sonrisa, decirle algo positivo, se ha comprobado que son los más eficaces. Reconocer verbalmente al niño lo que acaba de hacer será el mejor refuerzo.

Si tu hijo acaba de terminar un puzzle, decirle: “Hijo, te has concentrado mucho”, o si ha esperado tranquilo mientras llegaba el autobús: “Has sido muy paciente”. Ya que lo que importa no es el resultado, sino el esfuerzo mientras lo hacía.

Refuerzo positivo ante el cambio

Es eficaz utilizarlo cuando los comportamientos no deseados son muy frecuentes. En este caso, si el niño presenta esa conducta en menos ocasiones, se lo reforzaremos.

En vez de decirle que se ha portado mal muchas veces, le decimos por ejemplo: “Hoy le has pegado a tu hermana menos veces que ayer”.

Esto ayuda a los niños con TDAH a reducir conductas disruptivas o negativas, ya que se refuerza el descenso en el comportamiento y el niño fija su atención en el cambio a mejor y no en el comportamiento en sí. 

Refuerzo negativo

En esta ocasión ante un buen comportamiento retiramos algo que para el niño es desagradable. Puede tratarse de tareas que no le gusta hacer, actividades que no le motivan, etc.

Resulta importante no retirar consecuencias ya impuestas y asociadas a un mal comportamiento previo, así como obligaciones y actividades de la vida diaria (P.ej., colaborar en casa, higiene personal, alimentación, etc.).

Es importante saber cómo y cuándo administrar estos refuerzos y posibles consecuencias:

Consecuencias

  • Debemos enseñar a nuestros hijos que nuestra palabra tiene un valor y el incumplimiento de normas implica una consecuencia.
  • Ante un mal comportamiento o incumplimiento de una norma debemos aplicar la consecuencia de forma inmediata (contingencia), controlando la intensidad de la misma.
  • La aplicación de la consecuencia se dará cuando hayamos conseguido gestionar emocionalmente la situación. Ayudando al niño a calmarse y a comprender el por qué de esa consecuencia.
  • Las consecuencias serán naturales y asociadas a la conducta problema siempre que sea posible.

Refuerzos

  • Aplicaremos el refuerzo cuando nos sale de forma natural y espontánea.
  • Cuando el niño desarrolla un comportamiento nuevo y que es difícil o complicado para él.
  • Comportamientos distintos o contrarios a los que queremos reducir.
  • Cuando se da un comportamiento cultural, es decir, que no nace de forma natural en el niño, como por ejemplo: cepillarse los dientes, hacer el nudo del zapato, sentarse en la mesa para comer, etc.

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